domingo, 27 de noviembre de 2011

Principios que se visten de finales, 16/3/08


"The greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return."
El principio de Moulin Rouge retumba por toda la habitación (esa manía mía de poner la tele demasiado alta) mientras yo bebo un sorbo de té con leche con actitud pasota.
-Sí. Seguro que amar y ser correspondido es lo mejor del mundo. Pero, ¿sabes, Christian? Si te arriesgas y amas a alguien, puede suceder lo contrario. Y es lo peor... -suspiro y bebo otro sorbo de té- Parece que se te vaya a salir el corazón del pecho.
En ese momento de reflexión (o de estupidez. Debería dejar de hablar con los personajes de las películas) oigo el sonido metálico del timbre de mi casa. Resoplo. Tocará abrir... Me levanto con pesadez, tirando la manta a un lado y dejando la taza de Snooppy en la mesilla.
-Qué puto frío... -me froto las manos mientras bajo la escalera y, al tocar el mango de la puerta, me estremezco. Está helado. Abro la puerta y ahí está: Beth. La creadora del 95% de mis problemas. La chica que tiene lo que yo no. La chica que tiene lo que deseo: El amor incondicional de Damien.
-Hola, Beth. ¿Qué pasa?
-Hey Sof. -odio, pero odio rematadamente, tanto que me dan ganas de pegarle, que me llame Sof. En ese momento odiaría a cualquier persona que se atreviera a pronunciar esas tres letras juntas, y si esa persona es Beth... - Sólo quería saber cómo estás... No hemos hablado estos días.
-Estoy bien, Beth. He estado en casa, no tenía ganas de hablar.
-Ah... vale. Es que, ¿sabes? Me parece raro no haberte visto con Damien. A él tampoco le he visto mucho esta semana... -suspira-. Creo que le pasa algo.
En ese momento, siento ganas de llorar. Y rabia. Siento ganas de echarla de mi porche, de patearle esa cara pecosa suya. ¿Cómo se atreve ella a venir a mi casa a preguntarme por mí y terminar hablándome del estúpido de su novio?
-No sé lo que le pasa a Damien. ¿Algo más?
-Sí lo sabes, Sofía. Sé que ha pasado algo relacionado contigo. ¿Cómo explicas, si no, que los dos estéis tan raros? Porque sé que estás deprimida, Sofía, tienes los ojos hinchados. -mierda, mis ojos. No lo había pensado.
-Tengo alergia -no se me ocurre una respuesta mejor.
-Que no me mientas. Joder, Sofía, ¿no lo entiendes? Quiero saber lo que le pasa. Yo le amo. Si tú estuvieras enamorada de alguien, yo haría esto por ti... ¡para eso están las amigas! -y me dedica una sonrisa falsa, de esas que dan risa.
-Para, ¿vale?
-Joder, Sofi...
Cada vez me va hartando más. ¿Amigas, dice? Una amiga no te llama sólo para contarte peleillas tontas con su novio. En ese momento, lo veo todo claro: Beth no es mi amiga, nunca lo ha sido. Ella sólo me utiliza como "topo" con Damien e incluso a veces, al ver que esto no le funciona, me menosprecia y se hace la víctima. Pobre Beth, da incluso pena.
La miro con furia y ella pone cara de lamento, incluso me atrevo a afirmar que está intentando llorar. Me doy cuenta de que la odio en ese momento, y si no la odiaba de antes, empiezo a hacerlo en ese instante. Quiero alejarla de mí, de mi vida y de la de Damien. Y aunque odie esta faceta de mí, me dejo llevar por ella. Todo pasa deprisa: me abalanzo sobre ella como una loba y agarro uno de sus mechones cobrizos.
-¡¿Pero qué estás haciendo, Sofía?! ¡¿ESTÁS LOCA?!
Ella se dispone a decir algo más, pero no le doy tiempo a hacerlo; le propino un puñetazo en la cara. Con todas mis fuerzas. Ahí, en ese puñetazo, descargo una semana entera de apatía, además de un año de celos, de histeria, de dolor...
Beth me agarra del cuello pero consigo zafarme y me levanto del suelo, no sin dificultad. La miro. Tiene toda la cara roja de la rabia y además le sangra la nariz. Esa imagen me da satisfacción.
-Sofía, ¡te voy a denunciar! Joder... mi puta nariz... estás loca, ¿me oyes? ¡loca! ¿Y tú eres mi amiga? ¡Joder!
-Yo no soy tu amiga. Ni soy amiga de Damien. Así que, hazme un favor y vete de mi porche, ¿quieres?
Cierro la puerta a mi paso y me siento en el suelo. Me duelen los nudillos. Oigo a Beth levantarse e irse corriendo, seguramente a casa de Damien para contarle que "la loca de Sofía" le había pegado. Que se joda, que se jodan los dos. Todo esto ha terminado.



sábado, 5 de noviembre de 2011

Corazón quebrado, 12/3/08

(Damien)
Llego al parque en el que solía estar con Sofía. Ha pasado solamente una semana y ya extraño cada momento a su lado. Me dirijo al banco enfrente de la fuente, no sin antes dar un pequeño rodeo por el jardín de árboles frondosos y coloridos de otoño. Visualizo la fuente y nuestro pequeño banco blanco y justo ahí, como una luz al final del túnel, algo que suena tétrico, pero que para mí suena de maravilla si ella es esa luz. Me acerco un poco más y consigo ver su cara, triste y apagada, no como la última vez que la vi, que tenía en su cara una mezcla entre desolación y frustración. ¿Tan profunda es la herida que le hice?, ¿tan malo es que me dejara llevar por mis ganas locas de besarla? Quiero acercarme a ella, pero no puedo evitar reflexionar antes de dar un paso más, antes de dar un paso en falso.
Sigo mirando su cara; sus ojos brillantes y grandes, sus pestañas largas, sus labios carnosos, su nariz pequeña y fina, su cuello largo y esbelto, sus cejas bien perfiladas… Parece tan ausente, tan fuera del mundo, tan aislada en su mente y aún así me sigue pareciendo preciosa. Y ahora, verla sentada ahí, en nuestro banco, me hace feliz, porque sé que alguna parte de ella piensa en mí.
Me voy la vuelta y decido retomar mi camino, volver a mi casa y dejar en paz su corazón herido, pero al darme la vuelta noto sus ojos clavados en mi espalda, e, inevitablemente, me giro y la miro. Está levantada, examinándome de arriba abajo. Mil dudas en mi cabeza. ¿Me acerco?, ¿no me acerco?, ¿me voy?, ¿me quedo? Decido la peor opción para ella y la más egoísta por mi parte, me quedo y me acerco, ella no huye, no da ningún paso hacia atrás, no aparta sus ojos de los míos. Siento su corazón palpitar, escucho cada latido como si fuera mío. Llego a nuestro banco y me quedo frente a ella, sin poder apartar mi mirada de su cara. Parecía más demacrada, cansada.
– Sof…
– No. Ahorrátelo, Damien.– Sentencia de esa forma tan cortante que tiene ella. Una de sus grandes características.
– ¿Vas a huir siempre?– La miro desafiante sabiendo que ella detesta que la traten de cobarde. Se queda callada y prosigo– Sofía… Dios, ¿sabes cuántas cosas he pasado esta semana y cuántas veces he querido verte? Eres mi amiga, mi hermana, eres prácticamente todo y sin ti, sin tus estupideces diarias y tus risas escandalosas todo ha sido tan… desastroso y yo me he sentido tan… perdido.
Un silencio sepulcral, solo el suave silbido del viento a nuestro alrededor. Por fin ella se atreve a abrir la boca con intención de hablar, pero no sin antes girar su cara con intención de no prestar atención a mi gesto.
– Las cosas no son tan fáciles. Tú siempre lo ves todo así, para ti todo es fugaz y pasajero, y, Damien, yo no estoy dispuesta a ser nada pasajero. Quieres una amiga; aquí me tienes, pero las cosas no serán como antes. Tú y yo hemos cambiado, no somos los mismos ni juntos ni separados. Damien, ¿por qué me buscas? Sabes que las cosas son más difíciles de lo que ambos podríamos imaginar…– En ese momento agacha la cabeza, ocultando unas pobres lágrimas que hacen una carrera para llegar a su mandíbula.
– Sofía…– Acaricio su cara y seco sus lágrimas. Ella se aparta y da un paso hacia atrás.
– No… no sé, sinceramente, no sé lo que pasará… Dame tiempo, ¿vale?
Yo me callo, me inmuto. ¿Tiempo? Yo no quería tiempo, la quería a ella, a mi lado, conmigo, siempre.
Sofía se da la vuelta y emprende su viaje, mientras me quedo parado en nuestro lugar especial viendo a la persona más importante de mi vida marchar.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Sentimientos reflexivos, 11/3/08

(Damien)
"Querida Sofía:

Esta última semana sin ti ha sido catastrófica. Me he sentido como en un huracán, o quizá debería decir, que he sentido que un huracán se ha llevado todo y me ha dejado solo. Tengo a Beth, ella me ama, y yo no niego que la quiera, pero entonces, ¿por qué no paro de pensar en ti? Tú siempre estás ahí, en mi cabeza. Antes pensaba que era normal, que eras mi amiga y que era algo común que pensara en ti y que quisiera pasar momentos contigo, pero desde que sentí el suave roce de tus labios cada vez ha sido peor y cada vez me pregunto más cosas.
Sof, ¿qué soy yo para ti? O a lo mejor debería preguntar: ¿qué eres tú para mí? Dijiste amarme... y mi corazón no dio un vuelco, dio volteretas, saltos, piruetas.
¿Sabes? Esta semana he tenido discusión tras discusión con Beth. Ella también dice amarme, y yo no lo voy a negar, la quiero, pero el sentimiento no es el mismo. Mientras la beso, la abrazo, la acaricio pienso en ti, y es que absorbes cada jodido segundo de mi vida metiéndote en mi cabeza (estás constantemente dándole la vuelta a mi mundo y eso que no estás aquí, conmigo).
Vuelve, joder, Sof, te necesito... y sé que no me creerás, he dañado tus sentimientos durante demasiado tiempo, pero nunca había sido tan sincero y lo diré las veces que haga falta hasta que me creas: Te necesito, te necesito, te necesito. Sofía ¡te necesito aquí! A mi lado...

Damien."

Joder, Damien, ¿cómo le vas a enviar esta carta? Pensará que eres un acosador o un psicópata. Tuve unas ganas irrefrenables de escribir cuanto la extraño, cuanto la añoro, pero esto ahora no sirve de nada. Ella siempre estuvo ahí, a mi lado, amándome en silencio, queriéndome a escondidas, apoyándome por completo, mostrándose a medias.
¿Cómo pude ser tan estúpido? Y peor aún, ¿cómo tengo la cara de querer que vuelva después de dañarla una y otra vez? Debí romper su corazón tantas veces... Siempre supe que el corazón de Sof era frágil, como una pequeña cajita de cristal, y que, aunque ella intentara camuflarlo y pretender que fuera de piedra, había muchas cosas que la herían. Nunca pensé que yo fuera una de ellas, y quizás, la que más daño le hizo de todas.
Tengo tantas puñeteras preguntas en mi cabeza. Quiero que ella esté conmigo, pero todavía me pregunto si yo la amo como ella me ama a mí, o aún peor, si alguna vez he sido capaz de amar.
No paro de reflexionar, pero decido no enviar la carta, la cojo, la doblo y la guardo en una pequeña caja que ella me regaló, junto con los dibujos que hace cuando está aburrida en mi casa. Ahora esa pequeña caja a la que no le daba importancia es uno de mis grandes tesoros.
Sofía, necesito sentir tu calor en mi corazón.



(Sofía)
"Querido Damien:

Esta semana... ha sido uno de esos espacios de tiempo que te gustaría eliminar. No recordar, omitir. No sé cómo he podido manejarme sin tus fríos pero cálidos SMSs en clase, sin verte cada tarde, sin escuchar tus tonterías. Sin ser parte de ti.
Te he evitado, no te voy a mentir. Además, te habrás dado cuenta. ¿Y sabes por qué, Damien?
Porque eres estúpido. Eres irracional, impulsivo. Me haces daño... pero a la vez me lo evitas. Me has besado, dos veces, y ni siquiera sé cómo tomarme eso. Porque te conozco más que a mí misma, y sé cómo eres. Y por Beth. Beth, Beth, Beth. Siempre Beth.
¿Me harás caso, Damien, si te pido algo? (quiero que lo hagas, necesito que lo hagas, te exijo que lo hagas).
Desaparece de mi vida. Un tiempo, o tal vez siempre... Necesito recuperarme, salir de esta montaña rusa, dejar de tenerte clavado en cada átomo de mi ser. Dejar de pensar en ti automáticamente cuando pienso en mí misma. Y sabes que si no lo necesitara, no te lo pediría...
Sé que me quieres. No lo utilices como excusa para no hacerme caso. Ya que eso, precisamente eso, es uno de mis motivos. Es difícil de decir, Damien, pero tú me quieres y yo te amo. ¿Tiene eso alguna clase de salida diferente? Y sé que me llamarás cobarde. ''¿Estás huyendo, Sof?'' dirás ''porque huír es de cobardes''. Sí, estoy huyendo. Porque lo necesito. No puedo sostener más esto, cada vez que te veo con Beth, cada vez que ella me habla de ti... muero un poco.
Siento que las cosas sean así, Damien, lo siento de verdad. Ojalá no te amara, ojalá pudiera seguir estando siempre ahí para ti, pero me es imposible.
Me prometí no llorar más por ti.

Te quiere, te extraña y te extrañará,
Sofía."

Releo lo que acabo de escribir y unas inoportunas lágrimas recorren mis mejillas. Ya estoy, como siempre, incumpliendo promesas.
¿Cómo voy a alejarme de él, si ni siquiera puedo estar cinco minutos sin que me venga a la cabeza?
¿Cómo voy yo a vivir sin él, si sin él no hay yo y sin mí no hay él?
Tonta, tonta, tonta. Sofía, eres tonta.
Dejo el papel sobre la cama y me asomo a la ventana, apoyándome en el marco de ésta. Y veo su casa. Veo el camino que solíamos recorrer al salir de clase y el banco en el que nos sentábamos a pasar el rato, no haciendo nada pero haciendo todo. Sonrío, pero siento un nudo en la garganta.
¿Por qué tuve que invitarle a mi casa a beber?
Suspiro.
Maldito mujeriego...
Entonces volteo y veo mi carta, mi ''declaración de huída'', el papel que, ahora mismo, me parecía el más importante de toda mi vida. Lo cojo con las dos manos, lo miro un segundo, lo arrugo y lo tiro a la papelera.
Cojo un nuevo folio y con un rotulador negro escribo, temblorosa:
''Nos vemos a las siete y cuarto en el banco de siempre.
Sofía.''
Me pongo el abrigo y me dirijo a su casa, para meterle la nota por debajo de la puerta.
Eres tonta, Sofía. Pero tonta, tonta.

viernes, 26 de agosto de 2011

Noche de vodka y melocotón, 4/3/08

(Damien)
Otra vez toca decidir si contarle una verdad o tomar otro trago de vodka. Sof lo sabe todo de mí, bueno, prácticamente todo... me toca otro trago amargo que me caliente la garganta. Quizás esa la amargura de tantas discusiones con Beth se me pasará por el ardor del alcohol en mi cuerpo.
- Sof, ¿cuál ha sido el mejor polvo de tu vida?
Una carcajada nerviosa.
- No lo sé, por ahora ninguno ha sido más satisfactorio que otro.
Otra carcajada y ganas de besarla. ¿Por qué? No lo sé, sólo quiero besarla, ¿y qué pasa? Que lo hago... La beso, siento sus labios húmedos rozando los míos, siento que me caliento, pero esta vez no es por el alcohol. Ella me aparta. Joder, Sof, no me hagas esto.
Me acerco, se aleja, pero la cojo, agarro su cintura y vuelvo a intentar besarla. Otro rechazo. Pone sus manos en su pecho intentando separarse de mí. Damien, ¿qué te pasa? Tú no eres así. Sofía es tu amiga, sólo eso.
- Damien, joder. ¡Para! No me hagas esto...
- ¿Por qué, Sof?
- Joder, ¿no te das cuenta de lo que me estás haciendo? ¿no te das cuenta de lo que duele? Por Dios, Damien, ya eres mayorcito y no estamos para juegos. Esto duele y ni te imaginas cuanto...
- ¿Duele? ¿Por qué?
- ¡Porque estoy enamorada de ti, joder! ¡Porque llevo así muchísimo tiempo y ni siquiera te has parado a pensar las consecuencias de tus putos actos! ¿Qué pasa con ella, Damien? ¿qué pasa conmigo?
- Sof, joder, lo sien...
- ¡Vete! Joder, Damien, !vete ya! -me corta y sentencia.
Intento acercarme pero ella vuelve a alejarme, con rechazo, con rabia. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? Me doy la vuelta y emprendo el camino hacia la salida, con una pequeña esperanza de que ella me pare y me abrace. Pero ya tengo la mano en el picaporte y a la puerta le queda poco para cerrarse. "Clack". Se cierra... Y ella no ha venido tras de mí.
Me quiere... todavía me pregunto cómo es posible que no me diera cuenta. Yo la quiero, ella me quiere, aún así, nuestro amor no es el mismo.
Me falta algo, hay algo que duele, el qué no lo sé. Joder, hay tantas jodidas preguntas y no se me ocurre ninguna jodida respuesta.



(Sofía)
Observo, sonriente, como Damien toma un trago de vodka evitando la respuesta a mi pregunta. Noto calor en mis mejillas y un poco de mareo, pero no es del todo desagradable. Él pone cara de asco cuando separa la botella de sus labios, y yo me río. Le toca preguntar.
-Sof, ¿cuál ha sido el mejor polvo de tu vida?
Los dos reímos nerviosamente, y en ese momento me debato entre beber, responder sinceramente o mentir.
-No lo sé, por ahora ninguno ha sido más satisfactorio que otro.
Miento, y ni siquiera sé por qué.
Vuelve a reír y yo sonrío. Le observo; tiene las mejillas rojas y los ojos llorosos de reír.
Entonces se inclina hacia mí y, cálidamente, me besa en los labios. Instintivamente le aparto. ¿Qué está haciendo? Siento como las lágrimas acuden a mis ojos, y los cierro en un intento de no llorar. Parece que él se lo toma como una invitación, porque vuelve a acercarse a mí y me coge por la cintura, intentando volver a besarme. Me alejo. ¡Joder! Siento ganas de pegarle, de clavarle las uñas. No puede hacer esto, simplemente no puede. Coloco las manos en el pecho para alejarme de él, desesperada.
-Damien, joder, ¡para! No me hagas esto...
Aún me mantiene abrazada a él y puedo sentir todo el calor que desprende. Y su olor... Su olor a melocotón. Y a vodka.
-¿Por qué, Sof?
-Joder, ¿no te das cuenta de lo que me estás haciendo? ¿no te das cuenta de lo que duele? Por Dios, Damien, ya eres mayorcito y no estamos para juegos. Esto duele y ni te imaginas cuánto...
Se para en seco. No entiende, lo noto. Me esfuerzo por no llorar, pero ya tiemblo. Damien me suelta, y menos mal.
-¿Duele? ¿Por qué?
-¡Porque estoy enamorada de ti, joder! ¡Porque llevo así muchísimo tiempo y ni siquiera te has parado a pensar las consecuencias de tus putos actos! ¿Qué pasa con ella, Damien? ¿Qué pasa conmigo?
Él abre mucho los ojos, yo vuelvo a cerrar los míos.
-Sof, joder, lo sien...
-¡Vete! Joder, Damien, ¡vete ya! -Grito, esperando que no sea tan cabezota como siempre y me haga caso.
De nuevo, intenta acercarse a mí. Le empujo.
Él se levanta, andando lentamente hacia la puerta. Yo le miro, deseando abrazarle, deseando que se quede. Pero no puedo... Por Beth, por mí. Por él.
Se marcha.
Y yo lloro. Lloro como nunca antes, lloro desconsoladamente y agradezco que nadie me esté viendo.
¿Por qué es todo tan duro? Él intenta jugar conmigo... Y yo, yo le quiero.
Noto su ausencia, totalmente cortante. Me recuesto en el sofá y aún puedo notar calor donde Damien estaba antes, incluso puedo oler su fragancia. Sigo llorando, temiendo que esto vaya a más y que él decida volver. Debería desaparecer... y ojalá pudiera.

Del diario de Sofía, 3/3/08.

Querido Diario:
Estoy cansada, harta. Esto duele y, sinceramente, no sé si podré seguir con ello. Ya llevo casi un año así.
Lucho por su felicidad, pero estar ahí, en el centro de todo esto, me mata.
Ha llamado Beth, hace un momento. Lloraba. Como no, había discutido con Damien. ''Le conoces más que yo, ayúdame'' decía.
Claro que le conozco más que ella. Conozco tanto a Damien que sólo con mirarle, le entiendo. Sólo con mirarle puedo anticiparme a lo que dirá o hará. Al fin y al cabo, hemos sido amigos durante mucho tiempo.
Y Beth, tiene eso demasiado en cuenta. No comprende que no podría delatarle, ya que somos amigos. Ella y yo también lo somos, y eso Damien lo entiende. No me llama llorando a las doce de la noche para que le explique qué motivos tiene ella.
Intenté aconsejarla, pero... ¿cómo? ¿Qué consejos podría darle si ni siquiera yo entiendo todo esto?


jueves, 25 de agosto de 2011

Prólogo. (22/10/11 y 25/10/11)

Estimado Damien:
Ante todo, quiero puntualizar que si este asunto no te importa lo más mínimo, puedes dedicarte a hacer papiroflexia con esta carta en vez de leerla.
Nos merecemos más que esto, Damien. Somos sol y luna, día y noche, no podemos vivir en el mismo plano, nos anulamos... Siempre terminará pasando algo y volveremos a separarnos, volveremos a creer que nos odiamos y nos buscaremos... y nos encontraremos. Yo te diré ''creía que me habías olvidado'', y tú dirás ''yo sabía que tú no lo habías hecho''. Entonces, porque donde hubo fuego siempre quedan cenizas, volveremos a sentir un anuncio de lo que puede volver a pasar, de lo que podemos volver a sentir.
Y tendré (tendremos) miedo. Y no podremos querernos, porque nunca hemos podido... o sí hemos podido, pero mínimamente. ¿Entiendes? Debemos decirnos adiós definitivamente. No un adiós a medias, no un hasta pronto... debemos decirnos hasta nunca. O más bien hasta siempre...Por eso te escribo.
Por eso, debemos separarnos. Para idealizarnos y querernos pensándonos, para dejarnos huella pero no cicatriz, para no podernos hacer daño sino sonreír cuando nos recordemos. Porque no me voy a olvidar de ti, y te pido, aunque sé que no hace falta, que me recuerdes. Quiero formar parte de tu vida aunque no de tus días. Sé que parezco egoísta pero, Damien, siempre lo he sido. Esta situación en la que nos hemos visto estos últimos dos años, es horrible. No me gusta. Porque el otro día cuando me llamaste, cuando me dijiste que estabas en el portal y yo no quise bajar, sentí algo que creía olvidado desde hace tiempo. Y me duele, joder.
Tengo que darte las gracias por enseñarme a querer de esa manera, por enseñarme también que del amor al odio hay un paso y que también se puede retroceder...
Adiós, Damien. Suerte en todo.
Recuerda: Idealicémonos, querámonos como se quiere a alguien que ha muerto.
Y ahora vendría un te quiero, pero no quiero admitir nada.
Sofía.

------------------------------------------------

Querida Sofía:

Tú y yo... Quizá tengas razón y seamos como el sol y la luna, el día y la noche, pero, ¿no te has parado a pensar que el sol no puede estar sin la luna? ¿qué el día no existe sin la noche? Esto es lo que hace que detrás de cada una de tus lágrimas y cada uno de mis gritos haya un "te quiero" sincero e intenso.
Podremos querernos, Sofía, podremos querernos siempre, porque yo sí te quiero, y no "mínimamente", como tú dices, la forma en que yo te quiero es mucho mayor que montañas de arena, que cristales rotos después de la tempestad. Pensarás que es mejor decirnos adiós definitivamente, pero yo creo que es mejor decirnos hola y comenzar de nuevo.
Sabes que no puedes estar lejos de mí, como yo no puedo estar lejos de ti, sabes que siempre volveremos a buscarnos, para volver a esas mañanas en las que me despertaba y te veía en mi cama, para volver a esas discusiones con reconciliaciones de flores y cafés, de sonrisas y caricias...
Eres mía, lo intentas evitar, pero en el fondo de tu corazón esa es la verdad. Siempre serás esa canción alegre que me gusta escuchar por las mañanas, en cambio, yo seré la canción melancólica que escuchas cuando quieres llorar. Tú serás armonía, yo seré sinfonía. Donde haya un , siempre habrá un yo.
"Debemos separarnos" no son las palabras indicadas. Realmente crees que es mejor que nos separemos, aunque no lo deseas, solo estás huyendo de algo que no sabes si tendrá final, y si lo tiene, de no saber como será. ¿Es tanto tu miedo como para dejar escapar el amor? ¿para dejar escapar lo que podría darte felicidad? Aunque no quieras admitirlo, no me quieres, me amas, y por eso te duele, te duele en el alma decirme adiós, ¿no te has parado a pensar que a lo mejor es peor la cura que la enfermedad? Quizá te duela más la despedida que el camino que en realidad quieres recorrer junto a mí.
Del amor al odio hay un paso, sí, tú lo has dicho, pero tu amor nunca pasará al odio, como nunca lo llegó a pasar.
Sofía, ámame... Como el sol ama a la luna.

Damien.