jueves, 25 de agosto de 2011

Prólogo. (22/10/11 y 25/10/11)

Estimado Damien:
Ante todo, quiero puntualizar que si este asunto no te importa lo más mínimo, puedes dedicarte a hacer papiroflexia con esta carta en vez de leerla.
Nos merecemos más que esto, Damien. Somos sol y luna, día y noche, no podemos vivir en el mismo plano, nos anulamos... Siempre terminará pasando algo y volveremos a separarnos, volveremos a creer que nos odiamos y nos buscaremos... y nos encontraremos. Yo te diré ''creía que me habías olvidado'', y tú dirás ''yo sabía que tú no lo habías hecho''. Entonces, porque donde hubo fuego siempre quedan cenizas, volveremos a sentir un anuncio de lo que puede volver a pasar, de lo que podemos volver a sentir.
Y tendré (tendremos) miedo. Y no podremos querernos, porque nunca hemos podido... o sí hemos podido, pero mínimamente. ¿Entiendes? Debemos decirnos adiós definitivamente. No un adiós a medias, no un hasta pronto... debemos decirnos hasta nunca. O más bien hasta siempre...Por eso te escribo.
Por eso, debemos separarnos. Para idealizarnos y querernos pensándonos, para dejarnos huella pero no cicatriz, para no podernos hacer daño sino sonreír cuando nos recordemos. Porque no me voy a olvidar de ti, y te pido, aunque sé que no hace falta, que me recuerdes. Quiero formar parte de tu vida aunque no de tus días. Sé que parezco egoísta pero, Damien, siempre lo he sido. Esta situación en la que nos hemos visto estos últimos dos años, es horrible. No me gusta. Porque el otro día cuando me llamaste, cuando me dijiste que estabas en el portal y yo no quise bajar, sentí algo que creía olvidado desde hace tiempo. Y me duele, joder.
Tengo que darte las gracias por enseñarme a querer de esa manera, por enseñarme también que del amor al odio hay un paso y que también se puede retroceder...
Adiós, Damien. Suerte en todo.
Recuerda: Idealicémonos, querámonos como se quiere a alguien que ha muerto.
Y ahora vendría un te quiero, pero no quiero admitir nada.
Sofía.

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Querida Sofía:

Tú y yo... Quizá tengas razón y seamos como el sol y la luna, el día y la noche, pero, ¿no te has parado a pensar que el sol no puede estar sin la luna? ¿qué el día no existe sin la noche? Esto es lo que hace que detrás de cada una de tus lágrimas y cada uno de mis gritos haya un "te quiero" sincero e intenso.
Podremos querernos, Sofía, podremos querernos siempre, porque yo sí te quiero, y no "mínimamente", como tú dices, la forma en que yo te quiero es mucho mayor que montañas de arena, que cristales rotos después de la tempestad. Pensarás que es mejor decirnos adiós definitivamente, pero yo creo que es mejor decirnos hola y comenzar de nuevo.
Sabes que no puedes estar lejos de mí, como yo no puedo estar lejos de ti, sabes que siempre volveremos a buscarnos, para volver a esas mañanas en las que me despertaba y te veía en mi cama, para volver a esas discusiones con reconciliaciones de flores y cafés, de sonrisas y caricias...
Eres mía, lo intentas evitar, pero en el fondo de tu corazón esa es la verdad. Siempre serás esa canción alegre que me gusta escuchar por las mañanas, en cambio, yo seré la canción melancólica que escuchas cuando quieres llorar. Tú serás armonía, yo seré sinfonía. Donde haya un , siempre habrá un yo.
"Debemos separarnos" no son las palabras indicadas. Realmente crees que es mejor que nos separemos, aunque no lo deseas, solo estás huyendo de algo que no sabes si tendrá final, y si lo tiene, de no saber como será. ¿Es tanto tu miedo como para dejar escapar el amor? ¿para dejar escapar lo que podría darte felicidad? Aunque no quieras admitirlo, no me quieres, me amas, y por eso te duele, te duele en el alma decirme adiós, ¿no te has parado a pensar que a lo mejor es peor la cura que la enfermedad? Quizá te duela más la despedida que el camino que en realidad quieres recorrer junto a mí.
Del amor al odio hay un paso, sí, tú lo has dicho, pero tu amor nunca pasará al odio, como nunca lo llegó a pasar.
Sofía, ámame... Como el sol ama a la luna.

Damien.

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