viernes, 26 de agosto de 2011

Noche de vodka y melocotón, 4/3/08

(Damien)
Otra vez toca decidir si contarle una verdad o tomar otro trago de vodka. Sof lo sabe todo de mí, bueno, prácticamente todo... me toca otro trago amargo que me caliente la garganta. Quizás esa la amargura de tantas discusiones con Beth se me pasará por el ardor del alcohol en mi cuerpo.
- Sof, ¿cuál ha sido el mejor polvo de tu vida?
Una carcajada nerviosa.
- No lo sé, por ahora ninguno ha sido más satisfactorio que otro.
Otra carcajada y ganas de besarla. ¿Por qué? No lo sé, sólo quiero besarla, ¿y qué pasa? Que lo hago... La beso, siento sus labios húmedos rozando los míos, siento que me caliento, pero esta vez no es por el alcohol. Ella me aparta. Joder, Sof, no me hagas esto.
Me acerco, se aleja, pero la cojo, agarro su cintura y vuelvo a intentar besarla. Otro rechazo. Pone sus manos en su pecho intentando separarse de mí. Damien, ¿qué te pasa? Tú no eres así. Sofía es tu amiga, sólo eso.
- Damien, joder. ¡Para! No me hagas esto...
- ¿Por qué, Sof?
- Joder, ¿no te das cuenta de lo que me estás haciendo? ¿no te das cuenta de lo que duele? Por Dios, Damien, ya eres mayorcito y no estamos para juegos. Esto duele y ni te imaginas cuanto...
- ¿Duele? ¿Por qué?
- ¡Porque estoy enamorada de ti, joder! ¡Porque llevo así muchísimo tiempo y ni siquiera te has parado a pensar las consecuencias de tus putos actos! ¿Qué pasa con ella, Damien? ¿qué pasa conmigo?
- Sof, joder, lo sien...
- ¡Vete! Joder, Damien, !vete ya! -me corta y sentencia.
Intento acercarme pero ella vuelve a alejarme, con rechazo, con rabia. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? Me doy la vuelta y emprendo el camino hacia la salida, con una pequeña esperanza de que ella me pare y me abrace. Pero ya tengo la mano en el picaporte y a la puerta le queda poco para cerrarse. "Clack". Se cierra... Y ella no ha venido tras de mí.
Me quiere... todavía me pregunto cómo es posible que no me diera cuenta. Yo la quiero, ella me quiere, aún así, nuestro amor no es el mismo.
Me falta algo, hay algo que duele, el qué no lo sé. Joder, hay tantas jodidas preguntas y no se me ocurre ninguna jodida respuesta.



(Sofía)
Observo, sonriente, como Damien toma un trago de vodka evitando la respuesta a mi pregunta. Noto calor en mis mejillas y un poco de mareo, pero no es del todo desagradable. Él pone cara de asco cuando separa la botella de sus labios, y yo me río. Le toca preguntar.
-Sof, ¿cuál ha sido el mejor polvo de tu vida?
Los dos reímos nerviosamente, y en ese momento me debato entre beber, responder sinceramente o mentir.
-No lo sé, por ahora ninguno ha sido más satisfactorio que otro.
Miento, y ni siquiera sé por qué.
Vuelve a reír y yo sonrío. Le observo; tiene las mejillas rojas y los ojos llorosos de reír.
Entonces se inclina hacia mí y, cálidamente, me besa en los labios. Instintivamente le aparto. ¿Qué está haciendo? Siento como las lágrimas acuden a mis ojos, y los cierro en un intento de no llorar. Parece que él se lo toma como una invitación, porque vuelve a acercarse a mí y me coge por la cintura, intentando volver a besarme. Me alejo. ¡Joder! Siento ganas de pegarle, de clavarle las uñas. No puede hacer esto, simplemente no puede. Coloco las manos en el pecho para alejarme de él, desesperada.
-Damien, joder, ¡para! No me hagas esto...
Aún me mantiene abrazada a él y puedo sentir todo el calor que desprende. Y su olor... Su olor a melocotón. Y a vodka.
-¿Por qué, Sof?
-Joder, ¿no te das cuenta de lo que me estás haciendo? ¿no te das cuenta de lo que duele? Por Dios, Damien, ya eres mayorcito y no estamos para juegos. Esto duele y ni te imaginas cuánto...
Se para en seco. No entiende, lo noto. Me esfuerzo por no llorar, pero ya tiemblo. Damien me suelta, y menos mal.
-¿Duele? ¿Por qué?
-¡Porque estoy enamorada de ti, joder! ¡Porque llevo así muchísimo tiempo y ni siquiera te has parado a pensar las consecuencias de tus putos actos! ¿Qué pasa con ella, Damien? ¿Qué pasa conmigo?
Él abre mucho los ojos, yo vuelvo a cerrar los míos.
-Sof, joder, lo sien...
-¡Vete! Joder, Damien, ¡vete ya! -Grito, esperando que no sea tan cabezota como siempre y me haga caso.
De nuevo, intenta acercarse a mí. Le empujo.
Él se levanta, andando lentamente hacia la puerta. Yo le miro, deseando abrazarle, deseando que se quede. Pero no puedo... Por Beth, por mí. Por él.
Se marcha.
Y yo lloro. Lloro como nunca antes, lloro desconsoladamente y agradezco que nadie me esté viendo.
¿Por qué es todo tan duro? Él intenta jugar conmigo... Y yo, yo le quiero.
Noto su ausencia, totalmente cortante. Me recuesto en el sofá y aún puedo notar calor donde Damien estaba antes, incluso puedo oler su fragancia. Sigo llorando, temiendo que esto vaya a más y que él decida volver. Debería desaparecer... y ojalá pudiera.

Del diario de Sofía, 3/3/08.

Querido Diario:
Estoy cansada, harta. Esto duele y, sinceramente, no sé si podré seguir con ello. Ya llevo casi un año así.
Lucho por su felicidad, pero estar ahí, en el centro de todo esto, me mata.
Ha llamado Beth, hace un momento. Lloraba. Como no, había discutido con Damien. ''Le conoces más que yo, ayúdame'' decía.
Claro que le conozco más que ella. Conozco tanto a Damien que sólo con mirarle, le entiendo. Sólo con mirarle puedo anticiparme a lo que dirá o hará. Al fin y al cabo, hemos sido amigos durante mucho tiempo.
Y Beth, tiene eso demasiado en cuenta. No comprende que no podría delatarle, ya que somos amigos. Ella y yo también lo somos, y eso Damien lo entiende. No me llama llorando a las doce de la noche para que le explique qué motivos tiene ella.
Intenté aconsejarla, pero... ¿cómo? ¿Qué consejos podría darle si ni siquiera yo entiendo todo esto?


jueves, 25 de agosto de 2011

Prólogo. (22/10/11 y 25/10/11)

Estimado Damien:
Ante todo, quiero puntualizar que si este asunto no te importa lo más mínimo, puedes dedicarte a hacer papiroflexia con esta carta en vez de leerla.
Nos merecemos más que esto, Damien. Somos sol y luna, día y noche, no podemos vivir en el mismo plano, nos anulamos... Siempre terminará pasando algo y volveremos a separarnos, volveremos a creer que nos odiamos y nos buscaremos... y nos encontraremos. Yo te diré ''creía que me habías olvidado'', y tú dirás ''yo sabía que tú no lo habías hecho''. Entonces, porque donde hubo fuego siempre quedan cenizas, volveremos a sentir un anuncio de lo que puede volver a pasar, de lo que podemos volver a sentir.
Y tendré (tendremos) miedo. Y no podremos querernos, porque nunca hemos podido... o sí hemos podido, pero mínimamente. ¿Entiendes? Debemos decirnos adiós definitivamente. No un adiós a medias, no un hasta pronto... debemos decirnos hasta nunca. O más bien hasta siempre...Por eso te escribo.
Por eso, debemos separarnos. Para idealizarnos y querernos pensándonos, para dejarnos huella pero no cicatriz, para no podernos hacer daño sino sonreír cuando nos recordemos. Porque no me voy a olvidar de ti, y te pido, aunque sé que no hace falta, que me recuerdes. Quiero formar parte de tu vida aunque no de tus días. Sé que parezco egoísta pero, Damien, siempre lo he sido. Esta situación en la que nos hemos visto estos últimos dos años, es horrible. No me gusta. Porque el otro día cuando me llamaste, cuando me dijiste que estabas en el portal y yo no quise bajar, sentí algo que creía olvidado desde hace tiempo. Y me duele, joder.
Tengo que darte las gracias por enseñarme a querer de esa manera, por enseñarme también que del amor al odio hay un paso y que también se puede retroceder...
Adiós, Damien. Suerte en todo.
Recuerda: Idealicémonos, querámonos como se quiere a alguien que ha muerto.
Y ahora vendría un te quiero, pero no quiero admitir nada.
Sofía.

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Querida Sofía:

Tú y yo... Quizá tengas razón y seamos como el sol y la luna, el día y la noche, pero, ¿no te has parado a pensar que el sol no puede estar sin la luna? ¿qué el día no existe sin la noche? Esto es lo que hace que detrás de cada una de tus lágrimas y cada uno de mis gritos haya un "te quiero" sincero e intenso.
Podremos querernos, Sofía, podremos querernos siempre, porque yo sí te quiero, y no "mínimamente", como tú dices, la forma en que yo te quiero es mucho mayor que montañas de arena, que cristales rotos después de la tempestad. Pensarás que es mejor decirnos adiós definitivamente, pero yo creo que es mejor decirnos hola y comenzar de nuevo.
Sabes que no puedes estar lejos de mí, como yo no puedo estar lejos de ti, sabes que siempre volveremos a buscarnos, para volver a esas mañanas en las que me despertaba y te veía en mi cama, para volver a esas discusiones con reconciliaciones de flores y cafés, de sonrisas y caricias...
Eres mía, lo intentas evitar, pero en el fondo de tu corazón esa es la verdad. Siempre serás esa canción alegre que me gusta escuchar por las mañanas, en cambio, yo seré la canción melancólica que escuchas cuando quieres llorar. Tú serás armonía, yo seré sinfonía. Donde haya un , siempre habrá un yo.
"Debemos separarnos" no son las palabras indicadas. Realmente crees que es mejor que nos separemos, aunque no lo deseas, solo estás huyendo de algo que no sabes si tendrá final, y si lo tiene, de no saber como será. ¿Es tanto tu miedo como para dejar escapar el amor? ¿para dejar escapar lo que podría darte felicidad? Aunque no quieras admitirlo, no me quieres, me amas, y por eso te duele, te duele en el alma decirme adiós, ¿no te has parado a pensar que a lo mejor es peor la cura que la enfermedad? Quizá te duela más la despedida que el camino que en realidad quieres recorrer junto a mí.
Del amor al odio hay un paso, sí, tú lo has dicho, pero tu amor nunca pasará al odio, como nunca lo llegó a pasar.
Sofía, ámame... Como el sol ama a la luna.

Damien.