sábado, 14 de julio de 2012

El sabor del vacío, 16/3/08

(Damien)  
– ¿Lo recuerdas, Damien?
– ¿El qué? -Dije, perturbado porque había cortado mis pensamientos.
– La última vez que te sentiste vivo, libre, despreocupado...– Su sonrisa se ensanchó, pero no era la sonrisa que alegraba mis días, ésta era nostálgica, triste.
– Nunca he sido libre, Sofía, ni tú tampoco. Nadie es libre. Pero te prometo, no, te juro, que algún día cogeremos el coche y nos huiremos, y podrás sentir cabeza por la ventanilla y gritar al mundo que sientes la libertad en tus venas mientras el viento te azota la cara.




Bebo otro trago de vodka para aguar los recuerdos de su risa amarga deseosa de libertad. Y otra vez esa maldita canción, esa maldita letra. En ese momento suena en mi cabeza la letra de una canción que escuché un día cualquiera de un mes sin interés para mí.

Y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras

Ojalá me quieras… Mi vida se componía de ojalás vacíos que nunca llegarían a ser una realidad. Maldita sea, Sofia, podríamos haber sido libres, los dos, juntos. Podríamos haber cogido ese coche y haber cantado (más bien gritado) “ I Feel Good ” mientras mirábamos asombrados el mundo que se abría ante nosotros.
Sofía, Sofía, Sofía. Tenía tantos planes contigo. Todo ha acabado, te fuiste, ¿o me fui yo? Nos alejamos despavoridos y con esta distancia se fueron todas mis esperanzas.
Escucho a Beth abrir la puerta, me giró para recibirla, pero me llevo una sorpresa al ver su nariz sangrando.
– Beth, ¿qué p…– Me corta y empieza a gritar histérica.
– ¡Tu puta amiguita! ¡Esa zorra está jodidamente loca, mira lo que me ha hecho, joder!
– ¿Sof?
– ¡Ni la menciones, Damien! Ni la menciones…– Va haciendo pausas en esta última frase, como si yo fuera un niño al que hay que explicarle las cosas.
– ¿Qué ha pasado?
– ¿No es obvio? Me ha pegado, ¡a mí! Fui porque estaba preocupada por ella y esa loca me lo paga así.– Sus ojos se encienden y dice varios insultos como si los estuviera escupiendo con asco– Habla con ella. Déjale claro no puede hacerle lo que quiera a tu novia, ¿o vas a dejar esto así?
La miro, abro la boca con intención de decir algo, pero parece que las palabras se esfuman. ¿Qué debería hacer? Un silencio sepulcral se apodera de la sala y la mirada de Beth sentencia la orden antes que mi cerebro: he de hablar con Sofia.

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